BALTIMORE — Los obispos católicos estadounidenses eligieron el martes al arzobispo de Oklahoma City, Paul Coakley, como su nuevo presidente, optando por un defensor acérrimo de la cultura conservadora para liderar durante el segundo mandato del presidente Donald Trump.
La votación sirve como barómetro de las prioridades de los obispos. Al elegir a Coakley, reafirman su inclinación conservadora, incluso mientras presionan por políticas migratorias más humanas por parte del gobierno de Trump.
Coakley era considerado un fuerte candidato para el puesto más alto, tras haber sido elegido en 2022 como secretario, el tercer cargo de mayor jerarquía en la conferencia. En tres rondas de votación, venció al candidato centrista, el obispo Daniel Flores de Brownsville, Texas, quien posteriormente fue elegido vicepresidente.
Coakley es asesor del Instituto Napa, una asociación de influyentes católicos conservadores. En 2018, apoyó públicamente a un ferviente crítico del papa Francisco, el arzobispo italiano Carlo Maria Viganò, quien posteriormente fue excomulgado por posturas consideradas divisivas.
La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos ha discrepado frecuentemente con el Vaticano y el enfoque inclusivo y modernizador del difunto Papa Francisco. Su sucesor, el Papa León XIV, nacido en Estados Unidos, continúa con un énfasis pastoral similar en las personas marginadas, la pobreza y el medio ambiente.
La elección de Coakley podría exacerbar las tensiones con el Papa León, afirmó Steven Millies, profesor de teología pública en la Unión Teológica Católica de Chicago.
“En el largo conflicto que León hereda entre muchos obispos estadounidenses y Francisco, este no es un paso para la distensión”, señaló.
La mitad de los diez candidatos en la boleta electoral provenían del ala conservadora de la conferencia. La diferencia radica más en el estilo que en el fondo. La mayoría de los obispos católicos estadounidenses son consistentemente conservadores en temas sociales, pero algunos, como Coakley, hacen mayor énfasis en la oposición al aborto y los derechos LGBTQ+.
Los candidatos fueron nominados por sus compañeros obispos, y Coakley sucede al arzobispo saliente, Timothy Broglio, encargado de los Servicios Militares, para un mandato de tres años. El actual vicepresidente, el arzobispo William Lori de Baltimore, estaba demasiado cerca de la edad de jubilación obligatoria de 75 años para asumir el cargo principal.
Coakley superó por poco a un conocido conservador en la boleta electoral, el obispo Robert Barron de la diócesis de Winona-Rochester en Minnesota, cuyo popular ministerio «Word on Fire» lo ha convertido en una figura destacada de los medios católicos.
Al derrotar a Flores, Coakley venció a otro fuerte contendiente, quien, según algunos expertos católicos, podría ayudar a unificar a los obispos estadounidenses y colaborar eficazmente con el Vaticano. Flores ha sido el líder de los obispos estadounidenses en el proceso sinodal del Vaticano para modernizar la Iglesia.
Como latino al frente de una diócesis en la frontera entre Estados Unidos y México, Flores apoya la doctrina católica tradicional sobre el aborto y los temas LGBTQ, y defiende abiertamente a los migrantes.
Flores podrá optar al cargo principal dentro de tres años. Su elección como vicepresidente indica que la conferencia estadounidense “podría, con el tiempo, abrirse con cautela a los nuevos horizontes de la Iglesia”, afirmó David Gibson, director del Centro de Religión y Cultura de la Universidad de Fordham.
Los obispos están elaborando una declaración sobre inmigración durante la reunión anual de otoño. En muchos temas, se muestran tan divididos y polarizados como su país, pero en materia de inmigración, incluso los líderes católicos más conservadores se posicionan del lado de los migrantes.
La cuestión es con qué firmeza planea pronunciarse la totalidad de la Conferencia Episcopal sobre las duras tácticas migratorias del gobierno de Trump.
El temor a la aplicación de las leyes de inmigración ha disminuido la asistencia a misa en algunas parroquias. Los clérigos locales luchan por administrar los sacramentos a los inmigrantes detenidos. Los obispos católicos estadounidenses clausuraron su programa de reasentamiento de refugiados, vigente desde hace mucho tiempo, después de que el gobierno de Trump suspendiera la financiación federal para la ayuda al reasentamiento.
“En el ámbito político, como saben, durante décadas los obispos estadounidenses han abogado por una reforma migratoria integral”, declaró el obispo Kevin Rhoades, de la diócesis de Fort Wayne-South Bend, Indiana, durante una conferencia de prensa.
Rhoades forma parte de la Comisión de Libertad Religiosa del presidente Trump y preside el comité de obispos sobre libertad religiosa. Afirmó que a los obispos les preocupa profundamente que los migrantes detenidos reciban atención pastoral y los sacramentos.
“Se trata del derecho al culto”, señaló. “Ese derecho no se pierde al ser detenido, independientemente de si se tienen documentos o no”.
Los obispos enviaron una carta al Papa León XIII tras su reunión, en la que afirman que “seguirán apoyando a los migrantes y defendiendo el derecho de todos a practicar su culto sin intimidación”.
La carta continuaba: “Apoyamos fronteras seguras y ordenadas, así como las acciones policiales en respuesta a la delincuencia peligrosa, pero no podemos permanecer en silencio en este momento tan difícil mientras se socavan el derecho al culto y el derecho al debido proceso”.
El papa León pidió recientemente una «profunda reflexión» en Estados Unidos sobre el trato que reciben los migrantes detenidos, afirmando que «muchas personas que han vivido durante años y años sin causar nunca problemas se han visto profundamente afectados por lo que está sucediendo ahora mismo».
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