Por Francisco Ortega AlmanzarLas travesuras ideológicas de un periodista de opinión autodenominado como ¨libre pensador¨ a fuerza de repetirse en sus comentarios lo van llevando a una situación de auto acorralamiento en la que su afán de separarse de la manada lo convierten en un ente odioso y repudiable.Es el triste caso de Domingo Páez que en su propósito de exprimir sus ideas como critico acérrimo de todo lo que hace el Gobierno ha llegado a la terquedad de calificar de ¨marketing ¨todas las ejecutorias de un Gobierno al que desde sus inicios no ha hecho más que tratar de darle respuestas a todas las crisis que han explosionado en su corta trayectoria.
Desconoce o pretende desconocer el periodista de larga data que en un país presidencialista como el nuestro todo lo que hace o deja de hacer el primer poder del Estado no solo es noticia, sino que afecta siempre a un gran conglomerado de la población, lo que genera siempre el escarceo de la opinión pública.Para él todo cuanto ha hecho el Presidente para contener la epidemia del Covic y el adecentamiento de la administración pública no son más que ¨vitrinismo¨, orientado a causar golpe de efecto.
Porque su ceguera ideológica lo acorrala en un pensamiento sociológico en el que solo impera el cao, la incertidumbre y el desastre.Páez entiende que la designación de una Procuraduría de Justicia independiente que por primera vez en la historia republicana ocurre, no es más que otro golpe de efecto del Gobierno para evitar confrontar la corrupción e impunidad que hizo metátesis al grado de pudrir todos los estamentos de la sociedad dominicana.
A los procuradores que han asumido con valentía y decisión las responsabilidades que han puesto sobre sus hombros lo ha dado en llamar ¨los tres mosqueteros¨, una aberración impertinente del comunicador de marras.Tratar de anarquizar el populismo social solo puede traer como consecuencia producir fisuras entre Gobierno y sociedad para agudizar la lucha de clase, lo que en este momento constituye un flaco servicio a la democracia.El que ejerce opinión pública con mezquindad no contribuye a la necesaria solución de los graves problemas nacionales. Acaso hay que recodarle al ¨ ilustre pensador¨ que lo que hemos experimentado es un cambio de gobierno en democracia, no una revolución bolchevique, a la que siempre aspiró su desaparecido mentor y guía. No hay dudas, el peligro está en querer trillar un camino nuevo con una mente vieja.
