Situaciones van, situaciones vienen, pero se aceptan. El caso de la Junta, por ejemplo. Los partidos aprueban más o menos la nueva estructura. En circunstancias de cambios, todo debiera ser nuevo, pero no por ahora.
Tonel nuevo, vino viejo.
Ninguno de los nominados sacó cien, que sería imposible, pero sí nota suficiente para ser nombrados. Los principales son los principales, pero los subsidiarios cuentan.
Viendo los resultados del 2020, las antiguas autoridades electorales llenaron el cometido, cumplieron la encomienda. En las municipales, congresuales y presidenciales ganó la oposición. La alternabilidad hizo el trabajo, y lo hizo porque se crearon las condiciones.
No obstante, hubo, nadie sabe qué hubo, pero hubo, y esas habas debieran pagarse, debieron cobrarse. Aun cuando el caldero volteó antes de sazonarlas.
Ahí está, pues, la cuestión. Si los subalternos repiten, y con buen auspicio, lo ocurrido fue culpa del pleno de entonces. Al que se zahiere y no se le reconoce nada.
Aunque tampoco debe extrañar, pues se fue con su pensión a ese lugar donde al cantar de Sabina “habita el olvido”. En ocasiones el silencio no es rentable.
