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lunes, marzo 10, 2025

En “La última corista”, Jamie Lee Curtis deslumbra


La conversación continúa mientras Annette lucha por liberar su carne de su prisión de spandex, con el pastillero todavía en la cabeza. Ella se queda de pie con sostén, tanga y pantimedias de soporte transparente. La cámara fotografía a la Sra. Curtis aquí desde múltiples ángulos, cada toma expone el cuerpo real de una mujer de 65 años, con una barriga redondeada, una ligera flacidez y todo.

Sin embargo, la escena no es notable porque la Sra. Curtis nos deja verla en ropa interior. Es notable por la total comodidad de Annette (y la Sra. Curtis) en su propia piel. Annette nunca deja de charlar con Shelly y nunca hace ningún movimiento para ocultarse o cubrirse.

También es notable la negativa del director a cosificar el cuerpo de Annette. Es simplemente una parte orgánica del momento. Y esto, a su vez, anima a los espectadores a tomarlo con calma: son solo dos mujeres hablando y una está medio desnuda, como sucede todos los días en los gimnasios y vestidores.

Puede que Annette sea una ex corista que se quita la ropa, pero esto no fue un striptease. Lo que se revela en el vestuario no es un “cuerpo” o una colección de partes fetichizadas, sino una persona. Annette ha realizado un anti-striptease.

Más tarde, Coppola le ofrece a Curtis una segunda y conmovedora escena en la que reimagina (y deshace) los motivos clásicos de las coristas. Esta vez, Annette, posiblemente borracha, vestida con su uniforme que deja al descubierto las piernas y el pecho, se sube a la mesa de un casino y, espontáneamente, se lanza a bailar en solitario “Total Eclipse of the Heart” de Bonnie Tyler, la balada de desesperación de los años 80. anhelo. No podemos decir si la música realmente se está reproduciendo o si existe sólo dentro de la cabeza de Annette, pero es irrelevante. El baile es una experiencia totalmente interna para ella.

Annette baila con más corazón que maestría. Se retuerce y gira, aprieta y suelta los puños, arquea la espalda, se pasa las manos por el cuerpo, cierra los ojos para concentrarse. Y aunque está sobre una mesa, un escenario improvisado, está claro que baila sólo para ella misma, disfrutando de su propia sensualidad, habitando su cuerpo desde dentro.



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