Hay muchas razones por las que un extranjero podría alistarse para luchar en una guerra que no tiene nada que ver con él.
Uno, por supuesto, es el dinero. Los contratos indefinidos en Ucrania pagan, en promedio, alrededor de 2.500 dólares al mes, una suma tentadora para algunos de los hombres que llegaron allí desde países con pocas buenas oportunidades económicas para ellos.
Pero algunos combatientes en el puesto en el bosque de la Legión Internacional, que fue creada bajo la dirección del presidente ucraniano en los días posteriores a la invasión rusa en febrero de 2022, dijeron que estaban buscando algo más.
Un soldado, un polaco cuyo distintivo de llamada Konrad 13, describió la guerra como un llamado, incluso una bendición. En casa, dijo, tuvo una educación problemática. Luego, a los 41 años, sintió que estaba en un callejón sin salida.
Sí, el salario es atractivo, dijo Konrad 13, pero también lo es la sensación de tener un propósito.
“Cuando llegué aquí, mi vida cambió”, dijo. “Empecé a crecer aquí. Ha sido una evolución y he sentido que mi vida volvió a mí. He cambiado y me he convertido en un tipo diferente de persona. Esta es mi familia ahora, mi verdadera familia”.
Durante el transcurso de su rotación (el ejército ucraniano prohíbe decir cuánto dura y cuántos combatientes hay en la unidad), los hombres estuvieron involucrados en repetidos enfrentamientos con los rusos a lo largo del camino. Durante el día, los enfrentamientos estallaban cada tres o cuatro horas y duraban generalmente una hora. Por la noche llegaron las bombas.
Al final de su rotación, cuando llegó un nuevo grupo de soldados para relevarlos, los soldados prepararon sus mochilas para el viaje de ida. Pero tuvieron que esperar: un dron ruso había aparecido en lo alto al final de la última trinchera.
Pasó más de una hora antes de que Tsygan autorizara a sus hombres a aventurarse en el espacio abierto que los separaba de las trincheras y disfrutar de un momento de paz.
Antes llegó el momento de volver a la lucha.
