El presidente electo Donald Trump ha prometido llevar a cabo deportaciones masivas desde el comienzo de su administración, esto ha provocado miedo generalizado e incertidumbre entre la comunidad de inmigrantes que residen en el área metropolitana.
Este es el testimonio de una familia ecuatoriana que dice luchar por su derecho a permanecer en el país.
La joven Camila Ruilova trabaja ayudando a los inmigrantes recién llegados. Sin embargo, este es un oficio sin remuneración, ya pesar de no tener un empleo propio, Camila dedica parte de su tiempo a ser voluntaria y ayudar a otros a encontrar empleo.
“Me siento muy orgullosa y muy bendecida de estar con la gente que estoy”, dijo Camila desde el Centro de Inmigración en Jackson Heights, donde es voluntaria.
Camila no ha podido obtener un permiso de trabajo. Hace más de dos décadas ella y su madre viajaron desde Ecuador y cruzaron la frontera de los Estados Unidos. Se unieron a su padre y a sus abuelos, que ya estaban viviendo en Queens. Vinieron en busca de una mejor vida pero a sus 23 años, ella está desempleada y con un futuro incierto.
“Pensé que siguiendo mi estudio, y respetando todas las reglas de este país me iban a recompensar de alguna manera, que eso iba a cambiar algo, pero en realidad no fue así, al final si no tenía ese papelito, y obtener el estatus legal. , no iba poder ejercer en nada”, comenta Camila.
Dice que sus padres nunca solicitaron asilo y que ella perdió la oportunidad de hacerlo a través de DACA o Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, que protege de la deportación a algunas personas que entraron ilegalmente, traidas por sus padres, cuando eran niños.
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“Ver que me enfrenté a tantos momentos, cuando se abrió la puerta y nuevamente se cerraba en frente mío me dolió mucho, fue traumático para mí porque yo me sentía como que no había ningún punto para continuar”, cuenta apenada Camila sobre su solicitud que fue negada.
La madre de Camila, Johana Bustamante, también tiene otras dos hijas, una de 13 y otra de 15 años.
Ellas son ciudadanas estadounidenses porque nacieron aquí y no pueden ser deportadas. Pero, si su familia se ve obligada a irse, las opciones de ellas son limitadas: quedarse solas o ir con ellos, pero dicen que no se darán por vencidas.
“Yo no voy a permitir que me separen de mis hijas, y no voy a permitir que mis hijas sean robadas de sus derechos”, asevera Johana Bustamante.
La abogada Nuala O'Doherty, del Centro de Inmigración de Jackson Heights, una organización sin fines de lucro que brinda orientación a inmigrantes que buscan asilo, sostiene que después de las elecciones, los objetivos han cambiado. El presidente electo Donald Trump ha prometido «cerrar la frontera» y llevar a cabo un plan de deportación masiva.
Camila teme lo peor, incluso cuando su futuro en este país no está claro.
“Siempre hemos tenido ese temor constante de una deportación, y bueno claro, con las promesas que ha hecho Donald Trump esta vez, es más claro el plan de él”, dice la joven mientras camina por las calles de Jackson Heights.
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