La NBA, ansiosa por crear caras nuevas que sean reconocibles como megaestrellas por el gran público, tiene en su poder una que no para sacar sonrisas cada partido que pasa. Comienza a resonar su nombre, Ja Morant, y se empieza a ver a este producto de la Universidad de Murray State como un serio candidato a ser lo que él quiere. Lo mismo te marea con el balón que te lo vuelca con violencia en el aro, queda poco que descubrir de cómo este chico de sólo 22 años está transformando el planeta.
En su equipo acaba de tirar abajo el récord de puntos de la franquicia al ser el único jugador (ni Conley, ni Gay, ni los hermanos Gasol, ninguno había llegado tan lejos) que alcanza los 52 puntos en un solo encuentropero lo que le da más dimensión al disco es que hace sólo dos días había dejado su tope en 46 ante los Bulls. La cuenta es facil, 98 puntos en lo que se alarga un fin de semana, una canallada propia de un chico sin complejos, crecido, confiado, que viene a romper todos los esquemas establecidos. Los que en su día le hicieron llegar a la Liga siendo la sombra de Zion Williamson, ahora desaparecido, también. Al parón del All-Star se fue con un partido de 44+11 y se conoce que le supo a poco: en el global de la temporada promedia 27,1 puntos, además de 6,7 asistencias y 5,9 rebotes. Esos números en un conjunto joven que crece y crece y este curso lleva 43 victorias de 63 posibles se pueden calificar de bárbaros, a sabiendas de que parece que este jugador está lejos de alcanzar su techo.
Ser MVP todavía es una batalla abierta para él, con el papel de la candidatura quemándole en las manos, aunque se quiera acotar esta intensa batalla individual a dos o tres chicos. A Morant le sale todo. Desde su insultante confianza lleva diciendo meses que es uno de los cinco mejores bases de la Liga y se empeña en dar consistencia al argumento con días así. Síntoma de que algo está cambiando a nivel colectivo también es que esta victoria les pone 19 por encima de los Spurs, el conjunto que ha dominado la división que ambos comparten con puño de hierro durante más de dos décadas.
Hay que rescatar varias fases de su actuación para que de patente que no sea otro partido cualquiera. No son pocos los jugadores que han metido 52 en la NBA, pero pocos lo han hecho como Morant. De perder el primer balón del encuentro pasó a dar un recital. Primero, con un pequeño trote. Murray, el base rival y también el jugador principal de los Spurs, comenzó apretándole las tuercas con un mejor manejo de los ataques. Ja, poco a poco, fue metiendo canastas en las situaciones en las que debía finalizar él. Aún sostenido. Les fue bien a los locales, a los que sólo un buen último tramo de los suplentes visitantes privó de irse al segundo cuarto con diez de ventaja habiendo metido 42 en el primero. Más tarde llegó el esprint. Cuando el encuentro se acercaba al descanso, y con Morant de vuelta en el parqué, se desató la locura en el FedEx Forum y no es por hiperbolizar. Dio un zarandeo a la noche en unos pocos minutos, amén de que toda la noche estuvo por encima de cualquiera. Con 51-50 en el marcador metió dos triples casi seguidos, uno parando un contraataque y otro nada más ganar un salto entre dos, hizo un mate salvaje a una mano y en contacto con el pívot Jakob Pöltl, conectó otro tiro de tres saliendo de un bloqueo, regateó a tres rivales para meter una bandeja a mano cambiada y, como guinda, cazó un pase de lado a lado de Steven Adams sin dejar que el balón tocara suelo porque quedaron cuatro décimas para el final. Una racha digna de cualquiera otra superestrella histórica.
Lejos de acabar ahí la historia, aunque esa cadena de canastas había horadado irremediablemente a San Antonio, continuó. Llevaba 29 puntos en una mitad, la cuenta seguiría subiendo. Los Spurs apretaron en el tercer cuarto, volviendo a colocarse a dos o tres puntos de los Grizzlies, y forzaron a Morant a seguir escribiendo una página de su historia que no se olvidará. En el último período, con una diferencia bien marcada por un Tyus Jones que es su suplente en el puesto de base y con el que se compenetra bien, llegó ese socorrido momento de empezar a darle a todos los balones al jugador principal para que aumente su cuenta . Así se escribió ese récord individual y de franquicia de Morant en el tramo final. Robos al contragolpe que acaban en él, pases complejos de una banda a otra sólo para que le llegue a él, etc. Esto no resta ni un ápice de heroicidad a lo dicho anteriormente, simplemente fue una forma de rematar en comunión con unos aficionados y compañeros entregados una horja estadística de vértigo. La cuenta terminó en 22/30 en tiros y sin que ningún falló viniera desde el triple. Una jornada colosal para un joven melenudo de Carolina del Sur que malacostumbre en el que es sólo su tercer año en la NBA. Todos le vamos a pedir más.