28.4 C
Santo Domingo
domingo, septiembre 15, 2024

La tecnología de transformación facial arroja luz sobre los límites del autorreconocimiento


El reconocimiento facial es una parte fundamental de la autoimagen y de las interacciones sociales. En una era de tecnología digital avanzada, nos enfrentamos a preguntas intrigantes sobre la comunicación y la identidad. ¿Cómo afecta la alteración de nuestra identidad facial a nuestro sentido del «yo» y a nuestras interacciones con los demás? Estas son preguntas que el Dr. Shunichi Kasahara, investigador del Estudio de Humanidad Cibernética del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa (OIST), está investigando mediante la transformación en tiempo real de imágenes faciales (convirtiendo nuestras caras en las de otra persona y viceversa). El estudio se estableció en 2023 como una plataforma para la investigación conjunta entre OIST y Sony Computer Science Laboratories, Inc.

El Dr. Kasahara y sus colaboradores han investigado la dinámica del reconocimiento facial utilizando la sincronía motora-visual (la coordinación entre los movimientos físicos de una persona y la retroalimentación visual que recibe de esos movimientos). Descubrieron que, independientemente de si influimos o no en el movimiento de nuestra autoimagen, los niveles de identificación con nuestro rostro se mantienen constantes. Por lo tanto, nuestra sensación de agencia, o sentimientos subjetivos de control, no afectan nuestro nivel de identificación con nuestra autoimagen. Sus resultados se han publicado en Informes científicos.

El efecto de la agencia en las percepciones de la identidad

Mediante experimentos psicológicos en los que se utilizaron pantallas y cámaras, los científicos investigaron dónde se encuentra el «límite de la autoidentificación» y qué influye en él. Se pidió a los participantes que se sentaran y miraran pantallas en las que se mostraban sus rostros cambiando gradualmente. En un momento dado, los participantes podían notar un cambio en su identidad facial y se les pidió que pulsaran un botón cuando sintieran que la imagen en la pantalla ya no era la suya. El experimento se realizó en ambas direcciones: la imagen cambiaba de uno mismo a otro y del otro a uno mismo.

«Es como mirarte la cara en un espejo mientras lo mueves y te identificas, pero tu cara cambia lentamente hasta un punto en que te das cuenta de que ya no eres tú», explicó el Dr. Kasahara.

Los investigadores examinaron cómo tres condiciones de movimiento afectan el límite facial: sincrónico, asincrónico y estático. Plantearon la hipótesis de que si los movimientos estaban sincronizados, los participantes se identificarían con las imágenes en mayor medida. Sorprendentemente, descubrieron que, independientemente de si los movimientos estaban sincronizados o no, sus límites de identidad facial eran similares. Además, los participantes tenían más probabilidades de identificarse con imágenes estáticas de sí mismos que con imágenes con sus rostros en movimiento.

Curiosamente, la dirección de la transformación (ya sea de uno mismo a otro o de otro a uno mismo) influyó en la forma en que los participantes percibían sus propios límites faciales: los participantes tenían más probabilidades de identificarse con sus imágenes faciales cuando estas imágenes se transformaban de uno mismo a otro en lugar de de otro a uno mismo. En general, los resultados sugieren que la sensación de autonomía de los movimientos faciales no afecta significativamente nuestra capacidad para juzgar nuestra identidad facial.

«Pensemos en el ejemplo de los deepfakes, que son esencialmente una forma de movimiento asincrónico. Cuando permanezco inmóvil pero la representación visual se mueve, se crea una situación asincrónica. Incluso en estos escenarios de deepfakes, podemos experimentar una sensación de conexión identitaria con nosotros mismos», explicó el Dr. Kasahara. «Esto sugiere que incluso cuando vemos una versión falsa o manipulada de nuestra imagen, por ejemplo, otra persona que usa nuestro rostro, aún podemos identificarnos con ese rostro. Nuestros hallazgos plantean preguntas importantes sobre nuestra percepción de nosotros mismos y de la identidad en la era digital».

¿Cómo afecta la identidad a las percepciones de control?

¿Y qué ocurre a la inversa? ¿Cómo afecta nuestro sentido de identidad a nuestro sentido de autonomía? El Dr. Kasahara publicó recientemente un artículo en colaboración con el profesor de psicología de la Universidad Rikkyo, el Dr. Wen Wen, que se especializa en la investigación sobre nuestro sentido de autonomía. Investigaron cómo el reconocimiento de uno mismo a través de los rasgos faciales podría afectar la forma en que las personas perciben el control sobre sus propios movimientos.

Durante los experimentos, los participantes observaron su propia cara o la de otra persona en una pantalla y pudieron interactuar y controlar los movimientos faciales y de la cabeza. Se les pidió que observaran la pantalla durante unos 20 segundos mientras movían sus caras y cambiaban sus expresiones faciales. El movimiento de la cara se controlaba solo con el movimiento de su propia cara y cabeza o con un promedio del movimiento del participante y del experimentador (control total frente a control parcial). A continuación, se les preguntó «¿cuánto sintieron que esta cara se parecía a ustedes?» y «¿cuánto control sintieron sobre esta cara presentada?».

Una vez más, los hallazgos principales fueron intrigantes: los participantes informaron una mayor sensación de control sobre el «rostro ajeno» en lugar del «rostro propio». Además, controlar el rostro de otra persona resultó en una mayor variedad de movimientos faciales que controlar el propio rostro.

«Les dimos a los participantes una cara diferente, pero ellos podían controlar los movimientos faciales de esa cara, algo similar a la tecnología deepfake, donde la IA puede transferir el movimiento a otros objetos. Esta tecnología de IA nos permite ir más allá de la experiencia convencional de simplemente mirarse en un espejo, lo que nos permite desentrañar e investigar la relación entre los movimientos faciales y la identidad visual», afirmó el Dr. Kasahara.

«Basándonos en investigaciones anteriores, uno podría esperar que si veo mi propia cara, sentiría más control sobre ella. Por el contrario, si no es mi cara, podría esperar sentir menos control porque es la cara de otra persona. Esa es la expectativa intuitiva. Sin embargo, los resultados son lo contrario: cuando las personas ven su propia cara, informan una menor sensación de autonomía. Por el contrario, cuando ven la cara de otra persona, es más probable que sientan una sensación de autonomía». Estos sorprendentes resultados desafían lo que creíamos saber sobre cómo nos vemos a nosotros mismos en las imágenes.

El Dr. Kasahara destacó que la aceptación de la tecnología en la sociedad desempeña un papel crucial en los avances tecnológicos y la evolución humana: «La relación entre la tecnología y la evolución humana es cíclica; evolucionamos juntos. Pero las preocupaciones sobre ciertas tecnologías informáticas pueden generar restricciones. Mi objetivo es ayudar a fomentar la aceptación dentro de la sociedad y actualizar nuestra comprensión del «yo» en relación con la tecnología de integración entre humanos y computadoras».



Source link

Related Articles

Ultimos Articulos