Por: Elio Perera Pena
Desde el triunfo del presidente Hugo Chávez en 1999, la República Bolivariana de Venezuela ha sido sometida a una guerra de desgaste sistemático, continua y enérgica que desde el ámbito comunicacional de las grandes transnacionales de la comunicación, con el empleo de las plataformas sociales digitales, intenta menoscabar los esfuerzos y resultados demostrados, primero por el gobierno de Hugo Rafael Chávez Frías, y después por su continuador, Nicolás Maduro Moros.
Un punto importante en esa guerra contra Venezuela ocurrió en el 2015 cuando los Estados Unidos decretan a la nación bolivariana como amenaza inusual y extraordinaria, condición solo otorgada en la historia a unas pocas naciones. Como consecuencia, alrededor de 260 medidas coercitivas unilaterales recaen diariamente sobre cada ciudadano venezolano, ya sea apolítico, adepto al chavismo o a la oposición.
Diferentes matrices de opinión circulan en estos momentos por esas transnacionales de la información que al igual que intentan hacer contra Cuba, Nicaragua y otros países, publican solo lo que les conviene a determinados sectores reaccionarios de la extrema derecha internacional.
Desde esas matrices negativas distorsionan a diario la realidad, tratando de empañar la imagen y el quehacer cotidiano de los poderes del estado venezolano, haciendo énfasis en los últimos días sobre el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Nacional Electoral, y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Desde el Partido Vente Venezuela se ha llamado a eliminar la Fuerza Armada, a decretar el cese de los poderes públicos, y se ha hablado hasta de la necesidad de movilizar a las fuerzas del Comando Sur, el clásico «manual» empleado en los llamados «golpes blandos», elemento presente, entre otros, en la denominada Teoría del Caos Constructivo, destinada a subvertir el régimen en países que no son del agrado de las grandes potencias imperiales.
El objetivo de esas matrices negativas de opinión: que no se conozca la verdadera razón de ser de un Estado y gobierno consolidados, representados en el caso venezolano por Nicolas Maduro Moros, y que no se divulgue en la escena internacional que tanto los llamados chavistas, como los adeptos de la oposición, y hasta los apolíticos, o sea casi todos los venezolanos que residen en la nación bolivariana, están cansados y cansadas por el efecto brutal y feroz de las ya mencionadas medidas coercitivas unilaterales provenientes de la más alta representación del ejecutivo estadounidense, con el apoyo de parte de la Unión Europea, entidad que ya en este 2024 había sido invitada a participar en las elecciones presidenciales venezolanas, y a sabiendas del buen desarrollo del proceso electoral hace unos pocos días aprobó nuevas medidas coercitivas sancionatorias en contra de la nación bolivariana.
El Consejo Nacional Electoral desde 1999 —constitucionalmente considerado el quinto poder dentro de la nueva configuración de la nación venezolana— ha sido el ente fiscalizador y rector de más de treinta y dos procesos electorales en Venezuela, en los que, sin excepción, la inmensa mayoría de las comisiones observadoras, así como gran parte de la oposición, han afirmado y reconocido total transparencia, organización eficaz y tranquilidad absoluta. Esa ciudadanía venezolana que se niega a ejercer la violencia, en muchos casos hastiada de tanta propaganda nefasta que no ayuda en nada al buen desenvolvimiento social.
En los años de revolución bolivariana el ciudadano común venezolano ha asumido que la agresividad política y social es algo que no se puede permitir, porque la agresividad lo único que trae es muerte, como cuando impulsados algunos por un sector radical extremo, en el 2017 llegaron a quemar a un joven, cuyo único motivo fue que lucía una camisa roja, el color que utilizado políticamente representa al chavismo.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) ha sido refrendado internacionalmente como de los mejores en su funcionamiento. En el caso de las actuales elecciones presidenciales a celebrarse el 28 de julio de 2024, el CNE emitió el cronograma, del cual hasta el momento se ha cumplido, acorde con lo planificado, algo más del 55 por ciento. Hasta abril de 2024 se aprobó por el rector electoral que podían formarse alianzas, y se acordó tanto por el gobierno como por la oposición, y por ende, por todos los candidatos propuestos que esas alianzas eran —como lo establece la Ley electoral— solo entre los que estaban postulados.
Llegado el 20 de abril, fecha fijada para el cierre de las alianzas, por el pedido de algunas figuras de la oposición, el CNE aplazó por tres días más esa posibilidad; posterior a un acuerdo de los candidatos opositores, acorde con la Ley del Proceso Electoral, y a tenor con la Norma establecida a tales efectos, se procedió a la selección de las Tarjetas de Votación. Como resultado el CNE declaró que de los trece candidatos quedarían 10 postulados para las elecciones presidenciales del 28 de julio, y esto tuvo el acuerdo de los sectores opositores participantes en la contienda.
El 20 de junio de 2024, dos de los candidatos opositores, Enrique Márquez y Edmundo González no firmaron el Acuerdo de Reconocimiento de Resultados de la Elección Presidencial. Dicha actitud es bueno señalarlo, en contraposición a la mayoría de los otros candidatos opositores en disputa.
El pretexto utilizado para no firmar el Acuerdo es que el gobierno no respetó el conocido como “Acuerdo de Barbados”, algo a lo que el propio presidente Maduro se había referido como necesario a evitar, que se utilizaran falsas verdades para confundir y obstaculizar el resultado del proceso eleccionario.
Recordemos que el Acuerdo de Barbados surgió como consecuencia del trabajo realizado conjuntamente entre el Gobierno y la Plataforma Unitaria, en la tercera sesión de las rondas de negociaciones que tuvo lugar en México, negociaciones que desde el principio viene obstaculizando la extrema derecha imperial para impedir su cumplimiento. Esa propia extrema derecha que por intereses económicos mucho más que políticos, intenta vender la filial petrolera CITGO, valiéndose entre otros elementos de la presencia en los Estados Unidos de Juan Guaidó, un personaje formado a golpe de intentos, a imagen y semejanza de determinadas organizaciones políticas no gubernamentales europeas, algunas de ellas en pleno contubernio con los servicios de inteligencia de las grandes potencias.
La misma tribuna desde la que se imposibilitó que el oro legalmente colocado por el gobierno venezolano en el Banco de Resguardo de Londres, retorne a sus verdaderos dueños en Caracas. Y la misma que logró a manera de sanción de ahogo, que al menos treinta y siete dirigentes del gobierno venezolano y sus familiares no puedan ingresar en país alguno perteneciente a la Unión Europea, con lo que tratan de frenar todo tipo de transacción comercial, económica y financiera del gobierno venezolano.
Desde France 24 y la BBC, entre otras cadenas noticiosas, se intenta hacer creer que el presidente Nicolas Maduro boicotea al representante de la oposición, como si fuera uno solo, cuando este es el proceso eleccionario más diverso y pluralista, no solo por la cantidad de candidatos en disputa, sino por la manera en que el Consejo Nacional Electoral ha procedido con el proceso de inhabilitaciones, revirtiendo las mismas; todos los casos fueron resueltos positivamente exceptuando dos debido a que no presentaron la documentación requerida.
Baste mencionar que de 37 partidos políticos participantes en la contienda, solo once aglutinan a las fuerzas que apoyan al chavismo.
¿Cómo ha resuelto la fuerza política que representa y apoya al gobierno venezolano? Mediante lo que han denominado “el gobierno en la calle”, la ejecución de iniciativas tales como 1X10X 7, o sea que a partir de cada ciudadano se multiplique el trabajo no solo divulgativo políticamente hablando, sino también las diferentes labores en las áreas social, cultural y educativa. Las estructuras de base del PSUV han sido un importante sostén de esas iniciativas, acompañadas por la presencia del máximo líder del chavismo, el presidente Nicolas Maduro Moros.
Ante el éxito demostrado por las asociaciones de base del PSUV se intensifican por días las líneas de pensamiento en contra del gobierno, haciendo mención en la prensa tradicional, o en las plataformas sociales a las etiquetas dictadura, violación de derechos humanos, entre otras. Están creadas todas las condiciones para que un día después de las elecciones (las que se realizarán coincidiendo con el aniversario 70 del natalicio de Hugo Chávez) se decrete Fraude y entonces se apele por elementos opositores, fuera de Venezuela fundamentalmente, a diferentes organizaciones internacionales para que sean estas las que llamen a ejercer la democracia, incentivando asimismo manifestaciones violentas callejeras, el típico esquema que viene materializándose por la Derecha radical desde hace años, y en el cual la Organización de Estados Americanos (OEA) ha desempeñado un rol principal.
Es una acción preparada ex profeso de manera que en la escena internacional se pregunten, pero ¿cómo ganó Maduro? La posverdad —desvirtuar la realidad histórica y política— hace mella y ha dado resultados en muchos países; actualmente el trabajo de las plataformas digitales va encaminado y con relativo éxito al adormecimiento individual y colectivo, al trabajo de influencia en las emociones, a la penetración en los sentimientos, logrando influir y convencer en la manera de pensar.
Corresponde en consecuencia a la opinión pública internacional divulgar la verdad sobre Venezuela, incumbe a todo ciudadano honesto, latinoamericano o no, que defienda primero que todo desde su pensamiento que Venezuela hoy en día no es crónica de una muerte anunciada, sino testimonio y esencia de un proceso en el que la Unión Cívico Militar ha dado resultados en defensa de su soberanía, y en el que el deseo de la inmensa mayoría de esa ciudadanía, es que un día después de las elecciones sigan abiertas las grandes alamedas por donde al menos desde 1999 pasa un hombre nuevo, estirpe de los que defienden la verdad frente al empuje hegemónico de la mentira. «Moral y Luces», como expresara Bolívar. La Luz de la Razón que continuará alumbrando el pensamiento y la acción de Hugo Chávez.
Lo escrito hasta aquí refuerza las ideas expresadas recientemente en la Declaración de Casa de las Américas: Entre Monroe y Ayacucho. “Abanderado de una guerra cultural entendida como el combate contra cualquier reivindicación de derechos…el nuevo fascismo proveniente de la ultraderecha vive un momento de expansión que lo hace sentir envalentonado y eufórico.
El 28 de julio de 2024 se debatirán en Venezuela dos proyectos de sociedad, el de la ciudanía venezolana, y el de los monopólicos medios de comunicación. La embestida de los medios hegemónicos no nos permite olvidar lo que se juega hoy en Venezuela, precisamente una de las dos alternativas: o Monroe o Ayacucho; en diciembre se cumple el bicentenario de esa gesta que selló la independencia de Sudamérica”.
Corresponde a las personas y gobiernos honestos en todo el hemisferio ponerse las botas de la justicia, y lograr que ante la guerra y la paz, se adopte la paz por aquellos sectores ultrarreaccionarios que pretenden hacer fracasar las elecciones venezolanas.
No habrá fraude por parte del Gobierno venezolano (entiéndase Maduro y su equipo de trabajo) como tampoco ha existido en los procesos históricos latinoamericanos cuyo destino ha sido guiado por los grandes próceres de la Independencia. Hagámoslo por esos próceres, echemos el combate de la defensa no solo a Venezuela sino a todo el continente latinoamericano, para que no nos sigan desde sentimientos imperiales utilizando como enconadas marionetas. Hagamos valer el espíritu de Carabobo, traigamos desde el pensamiento las acciones de Bolívar y Martí. Precisamente este último expresó que a un Plan de Ataque obedece solo un Plan de Resistencia.
En el de ataque, el enemigo pretende enconarnos, dispersarnos como continente, dividirnos, ahogarnos, como intenta hacer hoy con mentiras y falsedades calumniosas en contra de Venezuela. Por parte de los honestos, justos y agradecidos, en bien del gobierno venezolano y del presidente Maduro, el plan de Resistencia es este, juntarnos independientemente de criterios políticos; evitemos que la salvaguarda de millones de personas y de todo un continente se ponga en juego, unámonos codo con codo como quiso Martí. Plan contra Plan. Para que al día siguiente de las elecciones, toda Venezuela celebre sus resultados, en paz y armonía, como merece.
(Nota del Editor: el título del trabajo hace alusión la obra Venezuela Heroica, escrita por Eduardo Blanco. Elio Perera es investigador del Centro de Estudios de Política Internacional, de La Habana, Cuba