“Igualita que Olivia”, así se burlaban de Celestina en la escuela, por ser alta y delgada. La comparaban con Olivia, la novia de Popeye el marino, el de los dibujos animados.
Celestina llegó a caminar encorvada para verse más pequeña, a no usar tacones y hasta aborrecer las espinacas, esas que en el comic “les daban fuerzas” a Popeye para enfrentar a su contendor Bruto o Brutus (al personaje lo llaman de las dos formas).
Décadas atrás, este tipo bullying se limitaba al círculo escolar o familiar. En el siglo XXI la violencia estética contra la mujer y algunos hombres es más despiadada por la tecnología, los adultos lo sufren en carne propia. Para muestra un clic.
Lo que era un ataque que acomplejaba a niñas, niños y adolescentes, por llamarle gorda, flaca, alta, bajita… , ya trasciende fronteras por las redes sociales, donde han establecido estereotipos “del cuerpo perfecto” y en República Dominicana es cada día más evidente. En otros países como España han tenido que hacer campañas para reivindicar la diversidad de cuerpos como la del pasado año: «Todos los cuerpos son cuerpos de playa».
La educación que estaba orientada por la escuela y los padres, en la actualidad está muy influenciada por los medios de comunicación, incluido las distintas redes sociales.
En este tiempo de calor, playas, piscinas y ríos, surgen estas interrogantes ¿Cómo te sientes con tu cuerpo? ¿Te acomplejaron? ¿Te ha sometido procedimientos estéticos y te sientes bien con lo logrado?
Las respuestas que solo queden en ti, tomando en cuenta las recomendaciones de especialistas de la conducta, como la sicóloga clínica Ángela Medina Vicente que “no debemos darles a las otras personas el poder sobre mi vida y mis emociones”.
Educar a los niños y niñas con autoestima fuerte
A Celestina la avergonzaban con distintos calificativos en la escuela. En su casa, ocurría todo lo contrario. Su madre veía que por su estatura podría ser modelo y le compraba revistas. También valoraba su destreza con las letras y la lectura, y el tiempo le dio la razón. La elegante mujer es una intelectual, organizadora de eventos, asesora de imagen y maestra. El día de su graduación llegó con tacones y le mostró a todos que amaba su cuerpo. “Hice que hasta el maestro tuviera que alzar los brazos para colocarme el birrete”.
La sicóloga Ángela Medina Vicente refiere que la violencia contra las mujeres y las niñas es una de las violaciones más generalizadas de los derechos humanos en el mundo. Y que se trata de tener una sociedad sana e igualitaria, por lo que exhorta a educar niñas y niños fuertes, “seguros de sí mismos y con la convicción de que cada uno es especial”.
Nalgona y tetona, otros epítetos que dañan
A Lila le hacía bullying por tener glúteos abultados. Dilia, en cambio, sufría las críticas por tener los senos grandes.
Lila no se ponía ropas ajustadas por sus glúteos grandes. Dilia no sintió frustraciones por sus grandes bustos, aunque le desagradaban los comentarios.
Este es un tipo de violencia contra la mujer, causa inseguridad, baja autoestima y hasta rechazo a su propio cuerpo y lo peor es que muchas veces se crea en la familia donde lo ven como algo normal. Hasta le ponen apodos alusivos como tetonas, jirafas o nalgona, por citar ejemplos.
Con los nuevos estereotipos de cuerpo perfecto que se venden en las redes sociales y figuras del mundo artístico, ambas dicen que sus cuerpos ahora están a la moda, que no tienen que ir a agrandarse los glúteos y los senos, que son cirugías recurrentes en este y otros países. A modo de chiste dice Dilia que “Me he ahorrado los implantes mamarios”.
No se trata de algo tan simple, ambas con unos 50 años de edad, reconocen que pasaron todo ese tiempo con complejos de inferioridad, aunque no lo expresaban.
El amor propio se impone a la presión de grupo
Lucia trabaja en el mundo de la comunicación: Su cuerpo es característico de las mulatas (con curvas). En ocasiones le han sugerido una liposucción para verse mejor. Aunque sus ingresos le permiten someterse a un procedimiento quirúrgico, dice sentirse bien con su cuerpo y atribuye el aumento de su abdomen a los partos de sus tres hijos, ya hombres y mujeres. Sin duda ama su cuerpo y su filosofía es que “mi cuerpo es mi templo y así me amo”.
“Que las cirugías estéticas que sean para cambiar cómo nos vemos, no cómo nos sentimos”
La especialista Medina Vicente entiende que quienes quieren hacerse cambios físicos están en su derecho, pero que lo hagan para verse mejor, no para sentirse mejor.
“Yo no debería parecerme a alguien, yo quisiera, tal vez, modificar algunas cosas de mí, pero aceptando que tengo la capacidad de poder hacerlo sin autolesionarme. Entender que esas diferencias me hacen feliz. Que la felicidad comienza a lo interno, no a lo externo, y si trabajo siempre lo externo voy a estar autolacerada, siempre voy a estar indefensa, porque le estoy dando el poder a las otras personas de mi vida y de mis emociones, de cómo yo respondo ante esas situaciones”.
Cuenta que hay personas que no están conformes con su cuerpo, se hacen modificaciones estéticas, y luego temen en mostrarlo, al sentirse incómodas e inseguras.
Trabajar la autoestima
“La autoestima que es la estima o la admiración que me tengo a mí misma se construye de diferente componente: está la autoimagen que es cómo me veo yo, si me gusta lo que veo, la autovaloración, que tanto me aprecio. La autoeficacia, que tan capaz me siento de hacer las cosas o de lograr las cosas. Qué tan merecedora me siento”.
Todos esos componentes, explica la experta, las niñas y adolescentes los van desarrollando en la medida de los comentarios que les hagan los padres y cómo las vean los amigos. También el trato que observan en sus padres y los que estos tienen hacia sus hijos.
Dice que es importante que los adultos ayuden a sus pequeños a trabajar su autovaloración y aceptación.
Es importante entender que a veces, los adultos hacen comentarios sobre la apariencia física de sus hijos, desconociendo que tanto afectan la autoestima de ese adolescente que hoy se está formado.
Los padres deben cuidar de no crearles complejos a sus hijos que luego de adultos les cuesta superar y aceptarse como son.