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miércoles, julio 3, 2024

Nuevos contornos del riesgo político | escuelas de negocios


La alta dirección ha incorporado el lenguaje del riesgo político. Basta con pasear por las librerías, leer los boletines de las grandes consultoras o bien observar los nuevos contenidos que se ofrecen programas ejecutivos. Interesa la política internacional y la diplomacia, la geopolítica de la naturaleza (energía, cambio climático), el precio de las materias primas, el curso de las distintas guerras (¡hasta 52 se cuentan!) o los movimientos migratorios. Todos estos asuntos son novedosos y la alta dirección se pregunta cómo pueden afectar al negocio, la cuenta de resultados, la cadena de suministros, la seguridad de las operaciones o la continuidad de la compañía. Asimismo, pone de manifiesto la necesidad de incorporar valores al proceso de toma de decisiones. Los valores se transforman en decisiones estratégicas: en qué países operan, qué socios evitar, qué tipo de capitalismo conviene (tecnosocialismo chino, petro-doláres del Golfo, desregulación estadounidense), cómo se financian las operaciones en según qué mercados (dólar-yuan- euro) y otras decisiones que son de naturaleza política.

Aquí radica la novedad: las decisiones estratégicas tendrán un carácter eminentemente político e internacional. Por eso, ha cambiado la orientación de los programas ejecutivos hacia otras habilidades directivas. Conocer las tendencias, los actores, los escenarios, las perspectivas regulatorias o la opinión pública es el valor en alza para este comienzo de año. El fenómeno busca nombre, si bien yo me atrevo a impartir mis cursos en la Universidad de Georgetown bajo el paraguas de “Desglobalización”. Es ahí donde veo, a pesar de la incertidumbre, cuatro dinámicas que afectan al entendimiento de la economía y la empresa.

El superciclo electoral y la estabilidad institucional. México, Estados Unidos, el Parlamento Europeo tras España y Polonia, las municipales de Reino Unido, Uruguay y Perú tras Argentina, Rusia y Ucrania, Taiwán, pero también Ghana, Venezuela, Sudáfrica e Indonesia afrontan elecciones presidenciales o relevantes para la estabilidad del país. . En democracia, el proceso electoral es el termómetro ideal para medir la calidad de la democracia, la transferencia de poder, la libertad política, la injerencia de terceros. Desde el punto de vista de la alta dirección, conocer este mapa electoral sirve para anticipar o retrasar decisiones. El trumpismo acelerará el proteccionismo, mientras que una victoria unionista en Taiwán afectaría al proceso de reunificación y el comercio internacional.. El experimento argentino puede gustar en la región o ser un fracaso estrepitoso. No conoceremos las consecuencias hasta bien pasadas las elecciones, pero hay que estar alerta.

La consolidación de la inteligencia artificial. Encuentro dos impactos. Por un lado, a mitad de camino entre la política industrial y las cadenas de suministro, aparece la disputa por la industria de los semiconductores, los chips, la computación cuántica y la inteligencia artificial. Taiwán, Japón y Corea del Sur producen el 90% de la industria (Asia Report, 2023), pero la Unión Europea regula con aspiración universal. Además, se extiende la idea de “seguridad económica europea”. En Estados Unidos, la inversión pública y las ayudas alcanza los 52.000 millones de dólares. La IA tendrá un fuerte carácter estatal, o keynesiano si lo prefiere. Por otro lado, la IA generativa será moneda de cambio en las relaciones empresariales para redactar contratos, intercambiar información, producir contenidos o atender a los clientes. Pregunto a la alta dirección cómo valora estos procesos de comercialización de una IA generativa accesible, que crea valor y sirve al usuario final, sea B2C o B2B.

La desinformación y la confianza social. La cuestión se ha instalado en la alta dirección con fuerza. Preocupa cómo la desinformación genera alarma social, sirve para destruir la reputación propia y ajena, al tiempo que debilita la fe en las sociedades abiertas (democracia, libre comercio, libertades públicas, acuerdos multilaterales, opinión pública sana). La clave para este año se aterriza en la consolidación de la desinformación como un negocio privado (la desinformación como servicio) que perjudica la competencia, expulsa a los actores privados y dificulta la inversión a largo plazo. La misión de la alta dirección sí debe incluir el apoyo al periodismo libre e independiente, la promoción de voces diversas en la esfera pública, el apoyo a instituciones que promueven la concordia. En un escenario de polarización, los beneficios pueden dispararse por una decisión arbitraria, o bien conducir al cierre o expulsión del país.. No es una buena idea mantenerse al margen del mayor problema de convivencia que observamos en democracia.

La confusión entre estrategia y táctica. Este tema es recurrente. Una y otra vez, en clase, discutimos sobre la falta de tiempo para pensar. Todo sigue su curso y se mantienen dinámicas propias del escenario acelerado de la pandemia. No se ha evaluado el valor o el impacto del teletrabajo. No se han revisado las prioridades de venta. No se han descartado líneas de acción. Y la pandemia ya pasó. Se ha incorporado a nuestras vidas, ahora ya híbridas, y hemos naturalizado algunas innovaciones de 2020. Pregunto a la alta dirección si ha tenido tiempo de revisar el plan estratégico, si ha incorporado la incertidumbre política a la “normalidad” estratégica, si ha revisado las cadenas de suministro o si ha pensado cómo ser digital. La respuesta es sorprendente: no hay tiempo, hay que mirar el siguiente trimestre, no podemos cambiar lo adaptado en pandemia. Este planteamiento es preocupante. Toca comenzar el año con un parón estratégico, fuera de la rutina, para revisar esa suerte de verdades inmutables de la dirección de empresas.

Sirva este inicio de curso para revisar las prioridades de la alta dirección y ¡buena suerte con las decisiones estrategicas!

@juanmanfredi



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