Reunidos a las afueras del albergue en el hotel La Quinta en Brooklyn, una decena de inmigrantes, padres y madres de familia, se quejaron de los malos tratos que reciben por parte de los administradores del lugar al que por ahora llaman hogar.
“Hacen inspección todos los días. Cuando se meten a los cuartos te botan la comida. Si te consiguen comida no les da pena, te dicen mira, vas a comentarlo en la cocina o llévatela fuera, no, sino que la echan en una bolsa negra, la botánica y ya no les importa”, dice Cindy Pedron, inmigrante venezolana.
En este refugio habilitado por la ciudad para albergar a familias inmigrantes en busca de asilo, hay al menos 60 familias. Según nos contaron los afectados, al parecer los malos tratos comenzaron desde antes de haberles manifestado que el contrato del hotel con la ciudad se había terminado, y que debían recoger sus cosas y prepararse para salir.
“Nos informamos que teníamos que recoger todas las cosas porque la ciudad nos podía sacar en 24 horas esta semana, la otra semana que nos podía enviar a El Bronx, a una isla, solicitamos que nos lo ubiquen aquí mismo en Brooklyn, porque los niños estudian, ya van a finalizar, no hay respuesta”, asegura esta otra inmigrante venezolana, Eylyn Velázquez.
La incertidumbre de no saber a dónde serán trasladados o si inclusive se quedarán en la calle no les deja dormir ni vivir en paz.
“Los niños de la escuela que no están acostumbrados a la escuela, entonces cambiarlos son los afectados”, agrega Velázquez.
Entre las quejas, dicen, que les han prohibido subir comida preparada a las habitaciones, inclusive una de las familias nos dijo que tenían una pequeña refrigeradora y que los guardias del lugar la sacaron y tiraron a la basura, aduciendo que el único lugar donde se puede comer es en el comedor general del hotel.
“Nosotros somos seres humanos, nosotros no somos perros para que nos traten de esa manera. ¿Ven? Los niños llegan al comedor y resulta que cuando llegan los niños al comedor también lo sacan a patadas, les dicen cosas que no deberían decirle Ah, ya no, no es justo lo que nosotros estamos viviendo y nosotros necesitamos un apoyo”, indica Antonio Ascarate.
El pequeño hijo de Bonnie Hernández fue operado y requirió cuidados especiales.
“Aquí están los papeles de la operación de mi hijo, el cual dice que yo tengo que ser trasladada a un refugio donde yo pueda cocinar su propia comida, ya que mi hijo no puede tragar ni nada. Mi hijo no respira bien en toda la noche, yo tengo que hacerlo en la madrugada para que él pueda respirar”, explica.
Nosotros tratamos de obtener una reacción de parte de los empleados de este albergue, sin embargo, nos dijeron que no podemos ingresar y que tampoco nos pueden dar declaraciones.
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