“Quiero lo mío y lo de mi gente” (video) – Remolacha

República Dominicana.–Dos días después de que el presidente dijera que tiene amigos pero no cómplices un ex candidato a alcalde de Pedro Brand rechazó públicamente un nombramiento en salud pública porque no quería ir solo al gobierno sino que tenía que llevarse a “su gente”

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Una no sabe cuánta es su gente ni donde cabe esa gente pero el señor Magnauri Espinal dijo que si su equipo de trabajo no tiene empleo él no lo puede aceptar. Supongo que la decisión fue muy aplaudida.
Uno no sabe cual es la calificación de Magnauri ni de su gente pero si a un ex candidato hay que buscarle empleo junto con su gente en la administración pública el país no alcanzará.
El razonamiento de Magnauri explica dos cosas: el crecimiento permanente de la nómina pública y la crisis de recursos humanos en el gobierno que se hace evidente con las vacancias en algunos puestos y los cambios reiterados en otros.
El mejor ejemplo es la Dirección de pasaportes. Los dos primeros directores con fuertes vínculos con el aparato partidario no lograron sacar un proceso con eficacia porque en ambos casos privilegiaron la colocación de su gente y la ineficiencia que eso generaba. En un par de meses un burócrata acabó con las quejas.
Los peremeistas que hacen cocote con las vacancias actuales no acaban de entender que el mundo y el país cambió y que una sociedad con mayor acceso a información y realmente con mejores condiciones de vida va perdiendo la resignación ante la ineficiencia estatal.
Falta mucho para que dejemos de ver el estado como Botín sobre todo porque mientras los compañeritos de la base andan dando brincos por los puestos hay una clase social alta de apellidos sonoros que no suena pero que aprendió a hacer grandes negocios con lo público sin perder su condición de sector privado. Si lo duda busque el caso de SENASA. Ahí no está los Pérez y los Sanchez.
El muy apreciado Anibal de Castro dice hoy que hay que cortar el cordón umbilical de clientelismo pero, sin defenderlo, estoy convencida de que los ricos apendejados detrás de una firma o marca privada se han llevado más del estado que los miles de pobres que se conforman con la borona de un empleo público.