“¿Cómo sé si algo es un milagro?”. Esta es la pregunta que Rita (Mónica Villa), una mujer católica de unos 60 años que vive en una zona rural de Argentina, le plantea a un motor de búsqueda, aunque en el fondo ya sabe la respuesta. Una estatua que Rita encontró mientras cumplía con sus deberes como guardiana de la capilla local no es La figura de Santa Rita, perdida hace mucho tiempo. Pero sería un milagro si así fuera, y los milagros significan gloria, atención y prestigio en su pequeño pueblo.
La vida sencilla de Rita (limpiar bancos, tolerar las pretensiones de otros voluntarios de la iglesia, volver a casa con su distante pero leal esposo, Norberto (Horacio Marassi)) podría beneficiarse de un poco de magia. Sin embargo, este deseo, y su disposición a torcer la verdad para lograrlo, presagian un desastre.
Dirigida por Tomás Gómez Bustillo, “Crónicas de un santo errante” comienza como una comedia de estafadores de lento movimiento. A mitad de camino, la película recibe una sacudida y el monótono entorno de Rita adquiere una cualidad encantada que coloca a la película dentro de la sólida tradición del realismo mágico latinoamericano.
La película, visualmente elegante, también puede ser demasiado preciosista y caprichosa, aunque eso podría ser una virtud en algunos aspectos. En este sentido, comparte ADN con las comedias lacónicas de Aki Kaurismäki. La segunda mitad, superior, en la que la realidad de Rita se ve trastocada, se adentra en un reino de fantasía que es admirable -y más eficaz- debido a su minimalismo extraño e inventivo.
Que los milagros ocurren en las circunstancias más banales es un poco cliché, pero la película aborda esta presunción con el tipo de originalidad e inteligencia que te hace olvidar que, en primer lugar, existe un plan.
Crónicas de un santo errante
No clasificado. En español, con subtítulos. Duración: 1 hora 24 minutos. En los cines.
