En las últimas semanas, Ucrania ha intensificado su campaña de ataques contra objetivos militares en Crimea, una región anexada ilegalmente por Moscú hace casi una década. Ha utilizado drones aéreos y marítimos, así como misiles, para destruir una base aérea, un puerto naval, un buque de guerra y un submarino.
Luego, el viernes, atacó el cuartel general de la Flota rusa del Mar Negro, en la ciudad de Sebastopol, en Crimea, devastando un edificio que se había convertido en un símbolo de la ocupación del Kremlin. Las fuerzas de operaciones especiales de Ucrania dijeron el lunes que el ataque mató al comandante de la Flota del Mar Negro, aunque esto no ha sido confirmado de forma independiente.
Al atacar a Crimea, Ucrania está elevando el precio que Moscú debe pagar para mantener el control de la península estratégicamente vital y haciendo más difícil para Moscú utilizar Crimea como centro logístico para su control en el sur de Ucrania, según los analistas.
«Cualquier objetivo dentro de Crimea es esencialmente presa fácil para demostrar a los rusos que no tienen seguridad, que no controlan los cielos de Crimea, que son vulnerables a los ataques ucranianos y que Ucrania puede alcanzarlos cuando quiera», dijo Samuel Bendett, un analista del ejército ruso en CNA, un grupo de expertos con sede cerca de Washington.
Crimea es fundamental para la visión territorial expansiva que el presidente Vladimir V. Putin de Rusia ha esbozado, por lo que la incapacidad de Moscú para protegerla de los ataques es una vergüenza para el Kremlin, dijeron los analistas.
Recuperar Crimea es un objetivo fundamental para el presidente Volodymyr Zelensky de Ucrania, pero durante años Moscú había enfrentado pocas amenazas militares a su ocupación.
El Kremlin promovió la inmigración de Rusia a Crimea, y el clima templado y las playas de la región la convirtieron en un destino atractivo para los turistas rusos. Al mismo tiempo, una administración regional instalada por el Kremlin tomó medidas enérgicas contra la disidencia. Grupos internacionales de derechos humanos y activistas de Crimea dicen que decenas de personas, en su mayoría del grupo étnico tártaro de la península, han sido arrestadas y detenidas en condiciones brutales.
Cuando Rusia lanzó su guerra a gran escala en febrero de 2022, utilizó sus fuerzas en Crimea para apoderarse de territorio cercano en las regiones de Kherson y Zaporizhzhia, estableciendo un puente terrestre que conectaba con partes del este de Ucrania ocupadas por Rusia.
Moscú también ha utilizado Crimea y su flota estacionada allí como plataforma de lanzamiento para ataques con misiles contra Ucrania. Como resultado, eliminar la amenaza que emana de la región es un objetivo militar central para Kiev.
Para lograr este objetivo, Ucrania ha desplegado en las últimas semanas misiles de crucero Storm Shadow de mayor alcance donados en los últimos meses por Gran Bretaña y misiles Scalp suministrados por Francia.
Los ataques han expuesto fallas en el sistema de defensa aérea de Rusia, según Kyrylo Budanov, jefe de la inteligencia militar de Ucrania. Como resultado, Moscú ha tenido que redesplegar baterías antimisiles desde otros lugares del campo de batalla hacia Crimea.
“Estamos agotando sus reservas de misiles de defensa aérea porque no son ilimitadas. Y desde el punto de vista político, también estamos demostrando la evidente incapacidad de los sistemas de defensa aérea rusos”, afirmó.
Los ataques también podrían perturbar la capacidad de Moscú de utilizar su Flota del Mar Negro para amenazar las exportaciones de cereales de Ucrania, según Iulia-Sabina Joja, investigadora principal del programa del Mar Negro del Instituto de Oriente Medio.
Para contrarrestar la amenaza y mantener su capacidad de utilizar Crimea como conducto de suministros para sus fuerzas que luchan contra la contraofensiva ucraniana en las regiones de Zaporizhzhia y Kherson, Rusia ha dispersado sus reservas de municiones, combustible y otros suministros militares esenciales, dijeron los analistas.
A largo plazo, Moscú pretende resistir los ataques ucranianos, consciente de que Ucrania no puede contemplar un asalto terrestre a la península hasta que derrote a las fuerzas rusas más al norte, según Dmitri Kuznets, un analista independiente de la guerra que escribe para Meduza, un Sitio web de noticias ruso.
Las existencias ucranianas de misiles de mayor alcance son finitas, dijo, añadiendo que, aunque dañina, la campaña de ataques aún no ha llegado a un punto crítico para Moscú.
“El objetivo es perturbar la logística y el control rusos para obtener una ventaja en el frente. Para lograrlo, los ataques se llevan a cabo no sólo en Crimea, sino también en todo el sur de Ucrania. En este sentido, los avances hasta ahora han sido limitados”, afirmó.
