Rusia de corta duración insurrección ha entregado Joe Biden la versión más peligrosa hasta ahora de un dilema que ha confundido a los últimos cinco presidentes estadounidenses: cómo manejar Vladimir Putin.
Todos los comandantes en jefe de EE. UU. desde Bill Clinton han buscado de alguna manera involucrar al ex oficial de la KGB, cuya misión de restaurar la grandeza rusa se encendió por su humillación en la caída de la ex Unión Soviética. La mayoría ha buscado algún tipo de reinicio de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. Pero todo fracasó en evitar la caída en los lazos entre las dos superpotencias nucleares.
Biden, que alcanzó la mayoría de edad en Washington como senador durante algunos de los años más amargos del enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética en las décadas de 1970 y 1980, tenía menos ilusiones sobre Putin que la mayoría. Pero incluso él trató de romper el frío reuniéndose con su homólogo en una cumbre en Ginebra en 2021.
Sin embargo, la invasión rusa de Ucrania lo llevó a revitalizar la alianza de la OTAN con una extraordinaria línea de armas y municiones diseñadas para asegurar la supervivencia del país. El apoyo occidental no solo ha permitido a Ucrania luchar contra las fuerzas invasoras, sino que ha ayudado a convertir la guerra en un atolladero que aumentó la presión política sobre Putin y creó las condiciones del campo de batalla que probablemente ayudaron a que el jefe mercenario de Yevgeny Prigozhin rebelión durante el fin de semana.
Putin apareció en cámara el lunes, advirtiendo desafiantemente que no habría tenido problemas para reprimir el levantamiento si el líder del Grupo Wagner no hubiera decidido detener su marcha sobre Moscú en un acuerdo que aparentemente lo verá exiliado a Bielorrusia.
Pero hubo un acuerdo generalizado fuera de Rusia de que el enfrentamiento representó el desafío más serio para el control del poder por parte de Putin durante su generación en el control e incluso podría ser una grieta que signifique el comienzo del fin de su autoridad.
Entonces, Biden, por lo tanto, enfrenta una posibilidad que ninguno de los predecesores que lucharon con Putin tuvo que contemplar: que está lidiando con el final del juego de este zar moderno y la perspectiva de inestabilidad sacudiendo una superpotencia nuclear que podría tener implicaciones globales.
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