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viernes, marzo 29, 2024

Familia de Villa Altagracia, unida hasta en la enfermedad


Carencias económicas y de salud son las palabras claves para definir la situación de la familia Frías Pimentel, en el barrio Brooklyn de Villa Altagracia, provincia San Cristóbal, integrada por una madre con demencia, un hijo adulto, al que hay que bañar y alimentar y un hermano con glaucoma.

Reyito Frías es el mayor, tiene 60 años y desde hace meses está postrado en una vieja silla que aguanta su esquelético cuerpo del que apenas mueve los ojos y la boca, pero con lentitud. No habla, no come solo y obtiene sus medicinas y comida por la caridad de corazones nobles.

Una trombosis lo tiene en esas condiciones y por el apoyo de sus dos hermanos está vivo. El reside junto a su madre, una anciana de origen haitiano, debajo de una nave metálica, que otrora fue uno de los almacenes del desaparecido ingenio Catarey, de Villa Altagracia.

La madre parece no estar en este mundo. Permanece inmóvil con la mirada fija en un punto por causa de demencia, de acuerdo con Roberto Pimentel, otro de sus tres hijos que, pese a su problema de baja visión, por causa de glaucoma, se encarga junto a su otro hermano, de bañar y darle de comer a Reyito.

“Yo vivo en la capital y vengo, le lavo la ropa a mi madre y a Reyito, lo baño y le doy de comer, yo no los dejo solo, no los abandono tampoco como hacen algunas familias, mi corazón no da para eso”, cuenta Roberto mientras le da de comer un puré de papa a su hermano cual si fuera un niño de un año.

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Infografía
En este lugar vive Reyito con su madre. Los dos están enfermos. (DIARIO LIBRE/JOLIVER BRITO)

 La pobreza salta a la vista en el cuartito de dos pequeñas habitaciones: una que ocupa la madre y la otra Reyito. Ambos duermen en camas con hoyos, en las que se sienten los alambres y las condiciones de higiene son precarias.

“La situación de nosotros es muy mala, la casa tiene muchas goteras y no tenemos dinero para arreglarla, el piso no sirve, mire como está durmiendo mi hermano y como ha quedado después de la trombosis”, relata.

Roberto dice ser un hombre de buen corazón, que ama a su hermano y a su madre y que, aunque tenga que exponerse, al viajar de la Capital a Villa Altagracia, lo hace por amor. Casi no ve por el glaucoma y para poder cruzar la Autopista Duarte tiene que pedir ayuda, debido a que su visión es tan pobre como la situación de sus parientes.

 Roberto se gana la vida con “chiripa”. A veces los buscan para “serenear”, o hacer labor de vigilancia en condominios y viviendas particulares, “pero a veces no aparece nada”. Muchas veces se siente impotente porque no tiene las condiciones económicas para comprarle los medicamentos a su madre y hermano, pero afirma que siempre hay manos generosas que le dan algo de dinero para comprar las medicinas.

Su otro hermano trabaja, pero no gana lo suficiente para atender a su madre y hermano con lo que necesitan y Reyito tiene un solo hijo que vive en la Capital.

“Mi madre sufre de problemas de la cabeza, tiene problema del cerebro, estamos mal, muy mal, no tenemos a que echarle mano. Mi hermano necesita pastillas para que no le repita la trombosis, también necesita una silla de ruedas, necesitamos muchas cosas… camas para ellos dos, mire como duermen”, dice mientras muestras las malas condiciones de una de las camas.

“Yo le hago un llamado al señor Presidente, que yo voté por él, que me ayude, que mire como estamos viviendo, que por favor nos dé una manito, una ayuda”, expresa esperanzado Roberto, mientras sigue dándole de comer a su hermano mayor.

Para cualquier colaboración con esta familia se puede hacer llamando al hermano de Reyito, Juan Simón al:  849 701-0014.

Licenciado en Comunicación Social por la universidad O&M. Ha ejercido el periodismo desde 1988 en radio, televisión y periódicos. 



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