GINEBRA, 8 Nov.- El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) ha avisado este lunes que más de 45 millones de personas están al borde de la hambruna en todo el mundo, un número sustancialmente superior a los 27 millones de 2019 y que pone al mundo en una «cuenta atrás» hacia la catástrofe.
Estos 45 millones de personas se encuentran «a punto de entrar» en la Fase 4 de la Clasificación de Seguridad Alimentaria del PMA, es decir, en «estado de emergencia alimentaria» o «hambruna», un escalón más grave que la situación de «inseguridad alimentaria».
Se trata de tres millones de personas más desde las estimaciones de principios de año, por un motivo principal: la culminación de la guerra en Afganistán. El avance de los talibán sobre el país ha dejado a tres millones de personas al borde de la fase 4 de emergencia, según el PMA. A la nueva estimación también ha contribuido otros aumentos de afectados en Etiopía, Haití, Somalia, Angolia, Kenia y Burundi.
«Decenas de millones de personas están mirando un abismo. Los conflictos, el cambio climático y la COVID-19 han incrementado el número de personas con hambre aguda y los datos más recientes muestran que ahora hay más de 45 millones de personas encaminadas hacia el borde de la inanición», ha lamentado el director ejecutivo del PMA, David Beasley, tras una visita a Afganistán.
Beasley ha alertado de la subida en los precios de los alimentos, de que los combustibles se han disparado y se han convertido en factores que alimentan las actuales crisis en Afganistán, Siria y Yemen.
Aunque el PMA y sus socios humanitarios están intensificando sus esfuerzos para ayudar, «las necesidades superan con creces los recursos disponibles en un momento en el que los flujos de financiación tradicionales están sobrecargados».
Así, el PMA estima que el coste de evitar una hambruna mundial es de 7.000 millones de dólares (6.000 millones de euros), frente a los 6.600 millones de dólares (5.700 millones de euros) estimados a principios de año.
Estos 42 millones de personas pertenecen a 43 países donde las familias se ven obligadas a comer menos o saltarse las comidas por completo, alimentar a los niños sobre los adultos y, en algunos casos extremos, a comer langostas, hojas silvestres o cactus para sobrevivir, como sucede en Madagascar.