DeRozan vuelve igual que se fue. El jugador de los Bulls está siendo una de las mejores historia de la temporada desde un punto de vista, claro, enteramente positivo. El alero no para de realizar exhibiciones, tiene a la ciudad de Chicago rendida a sus pies, a media NBA pendiente de sus movimientos ya ya casi todos los analistas, periodistas y aficionados hablando de forma seria de él para el MVP de la temporada. Desde luego, lo es por estadística: más de 28 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias de promedio, con más del 51% en tiros de campo. Y también por el récord de su equipo, que marcha en la primera posición de la Conferencia Este con un récord de 39-21. Solo le falta el trofeo sn sus manos, algo que sin embargo sigue siendo complicado de imaginar en algunos sectores de la mejor Liga del mundo.
Porque sí, DeRozan lo tiene todo para ser el MVP, pero parece que le falta ese carisma inherente a la competición norteamericana, que se mueve siempre por esa fina línea que separa la realidad de la ficción, la oportunidad del oportunismo. La farándula y la parafernalia nunca han sido amigas de un hombre que llevaba tres temporadas alejadas de los focos en San Antonio y fue un gran jugador y un All Star casi asiduo en unos Raptors de los que acabaron siendo el chivo expiatorio. Y ahora, con 32 años, va camino de una redención eternamente postergada, de una reivindicación tan inopinada como merecida. De ser el jugador que muchas veces el mismo ha dicho que espero nadie se ha creído que era. Porque sí, estaba asumido que DeRozan era un jugador bueno. Lo que no nos podíamos imaginar es que, teóricamente lejos de su principal y tras algun otro año en el que la opinion publica le ha sentenciadonos fuera a demostrar que era bronceado, bronceado, bronceado bueno
Ante los Hawks y con apenas un minuto para el final, los Bulls perdieron 3 puntos (105-108). DeRozan anotó entonces un tiro en suspensión que ponía a su equipo muy cerca de sus rivales y, tras ello, conseguia un 2+1 espectacular a 15 segundos para la conclusion, también a media distancia, con el que daba la vuelta al luminoso. Javonte Green cerró el partido desde la personal (112-108), con ya la situación vista para sentencia. Pero el héroe fue DeRozan, que se fue a 37 puntos (15 de 21 en tiros de campo y 2 de 3 en triples), 12 de ellos sin fallar en el último cuarto, 6 rebotes, 3 asistencias y una sangre fría tremenda para resolver una situacion, otra mas, limite. Es el octavo partido consecutivo de más de 35 puntos y un porcentaje superior al 50% en tiros de campo para DeRozan, dos variables que, unidas, no tienen parangón en la historia de la NBA. Solo Wilt Chamberlain se acercó, llegando a la cifra de 6 que DeRozan se ha convertido en insignificante. Fue en 1961 y 1963.
Los Bulls consiguieron su quinta victoria seguida, la primera tras el parón del All Star, y se impusieron a los 26 tantos de Danilo Gallinari y los 27 de Bogdan Bogdanovic. Trae Young se fue a 14 tantos y 10 asistencias en un partido realmente horrendo: 4 de 17 en el lanzamiento, con 0 de 5 en triples y 4 pérdidas. Y Clint Capela estuvo muy bien bajo los aros (14 puntos y 17 rebotes). Eso sí, nada fue suficiente para frenar a un DeRozan que estuvo acompañado de Nikola Vucevic (12+10), Zach LaVine (20+5+3), Ayo Dosunmu (12+6+3) y Tristan Thompson (11+6 en apenas 13 minutos). Otra actuación enormérrima y extraordinaria que encumbra a uno de los jugadores de la temporada. Uno que ya está, o debería estar, por encima de esos grandes nombres de la Liga (LeBron, Druant, Curry, quizás Jokic y Embiid…) para la lucha por un MVP para el que oposita legítimamente. El nuevo héroe de los toros. increible.