Desde hace meses, sin importar el frío, la lluvia o el viento, miles de migrantes como Nismerio Paz han pasado la noche en la calle frente al edificio Federal al que tienen que acudir todos los solicitantes de asilo, ya sea para registrarse con un oficial de ICE o presentando ante un juez de migración.
«Yo por temor de no estar aquí en el país ilegal, me tocó venir para acá», dijo Nismeiro Gonzalo Paz, colombiano solicitante de asilo.
Las inclemencias del clima neoyorquino son secundarias. Entre las historias de estos migrantes, el denominador común es la angustia sobre su futuro y el trauma de haber cruzado junglas, ríos y territorios ocupados por el crimen organizado.
«Íbamos a entrar por Mexicali, pero el cartel nos paró antes de llegar a nuestro destino final y nos bajó del autobús diciendo que eran migración y no eran de migración. Nos subieron a una camioneta y nos llevaron para el desierto. A los que estábamos ahí nos dijeron: ‘somos del Cartel de Sinaloa y ustedes están secuestrados’”, agregó Paz.
Paz.
Dieciocho días después, la familia de Paz reunirá los fondos para su liberación —2.100 dólares— y con los otros 37 que pagaron el rescate se presentó ante la patrulla fronteriza de Estados Unidos, dejando un centenar de migrantes secuestrados todavía en México.
Ahora espera haber llegado lo suficientemente temprano para asistir a la cita que le dieron en el 26 de Federal Plaza en el Bajo Manhattan.
Una madre venezolana que no quiso dar su nombre también acampó más de doce horas con su pequeño de cuatro años.
«Tuvimos que venir de madrugada porque habían muchas personas para venir a la cita oa las presentaciones pero no contábamos que íbamos a ver tantas personas», dijo la madre. «La meta es llegar hasta la oficina y poder hacer nuestro papeleo».
Un número creciente de los casi 60,000 solicitantes de asilo en los cinco condados, sin importar cuántas horas pasen a la intemperie en la fila, no lograrán entrar al edificio si su cupo es rebasado antes de su turno.
Para muchos lo que sigue es una orden de deportación.
«Desesperación, angustia y otra felicidad de poder cumplir con la obligación de presentarte y que te puedan dar una nueva cita y continuar con el proceso», dijo otro solicitante de asilo que pidió ser identificado como Julio César.
Quienes solo cuentan con representación legal gratuita o ninguna, tienen menos posibilidades, pero todos aquellos que no lograron entrar a las oficinas pueden documentar que intentaron asistir.
«Los migrantes tienen que asegurarse de entrar a sus citas con la corte de migración y si no lo lograron, documentar lo mejor posible que estaban ahí y no les permitieron entrar, ya sea grabando afuera del edificio, levantando nota con sus abogados para que puedan revertir cualquier consecuencia, una orden de deportación en ausencia», explicó el abogado de inmigración Luis Gómez Alfaro.
