Cientos de seguidores de la religión Umbanda se reunieron en la playa de Montevideo para pedir sus deseos de prosperidad y salud a Iemanjá, la diosa de las aguas.
Cada 2 de febrero comienzan a sonar los tambores y la música mientras las danzas llegan a la costa.
Allí, los umbandistas se acercan a la orilla a depositar en el agua sus ofrendas a la diosa, que sirven para devolverle a la naturaleza las energías que gastó a lo largo del año.
Los participantes encienden velas que depositan en la arena y reciben bendiciones de los paes y las maes, como se conoce a los sacerdotes y sacerdotisas.
Estos personajes dan sus bendiciones en forma de pases para limpiar las malas energías y conectarse con los espíritus de la naturaleza.
Históricamente, esta fiesta llegó a Brasil, Uruguay y otros países de la región a bordo de los navíos que transprtaban personas esclavas de África.